jueves, 12 de enero de 2017

El miedo de los valientes

Se tiende a pensar que los héroes son héroes porque no tienen miedo. O en vez de héroes digamos los valientes, aquellos que atesoran valor.
Tener valor sería entonces no tener miedo. En realidad es todo lo contrario, son los estúpidos los únicos que no conocen el miedo.
Hay una diferencia abismal entre calcular un riesgo y asumirlo, y desconocerlo, son extremos opuestos. O ignorarlo o subestimarlo.
El tipo de osadía que procede de la estupidez no puede tener valor alguno, hay una línea que separa la valentía de la inconsciencia.
De eso se deduce que los cobardes no son cobardes por tener miedo, al menos no sólo por eso. Y si tanto valientes como cobardes son susceptibles al miedo, la diferencia ha de hallarse en otro lugar. Tal vez en la cantidad de riesgos que uno está dispuesto a tomar, tal vez en el hecho de tener miedo en lugar de que el miedo le tenga a uno.

El miedo implica cierto grado de conocimiento, requiere la capacidad de anticipar las consecuencias de nuestras acciones y las de los otros. Manifiesta un conocimiento, más o menos preciso, del medio que nos rodea. Y requiere en gran parte de la experiencia. Es en el momento que el miedo impide actuar como sería deseable de forma contraproducente cuando se convierte en cobardía. Es la diferencia entre dominar y ser dominado. De hecho, quien no siente miedo difícilmente se puede sentir valiente: no habría nada que superar ni a lo que sobreponerse. No puede existir por lo tanto valor sin miedo. Unas vez más, como en tantos otros asuntos, la reflexión nos devuelve a la noción de equilibrio. Afirmar que los valientes no tienen miedo es sustraerles todo su valor. Del mismo modo que tratar de valientes a los que son meros estúpidos. Y la cuestión tiene más que ver con procesos internos que con el resultado de sus acciones, aunque se pueda establecer una cierta correlación.

Sería bueno entonces que dejáramos de hablar del valor de los estúpidos y habláramos más del miedo de los valientes.

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