martes, 30 de octubre de 2018

Acerca del blues

La fuerza en la música no está en golpear muy fuerte ni en golpear muy rápido, ni en sonar muy grave o muy agudo. Está en golpear en el momento preciso en el lugar preciso.

Whatever

¿Elige una ola del mar dónde rompe? ¿Escoge una nube el momento en el que se precipita en forma de lluvia? Entonces, ¿por qué azares consideran los hombres estar en posición de regir su destino? Al final todo se resume en una simple cuestión de complejidad.

Nada escapa a la causalidad. Nada de lo hecho se deshace jamás. Y ya está escrito el destino de los hombres, sellado e inviolable desde el primer instante de la creación, si tal noción tiene sentido.

No hay por lo tanto error o acierto. La voluntad es una vana ilusión. ¿Cómo podría alguien, en ninguna medida, considerarse responsable de aquello sobre lo que en realidad no tiene ningún control?

Cada uno hace lo que ha de hacer y no existe error porque no existe opción. ¿Libertad? Las piedras son libres de desplomarse por las laderas y las olas de romper en los escollos de la costa. De seguir con precisión absoluta las invisibles leyes que nos gobiernan, que nos conforman.

Al final la única pregunta interesante es ¿por qué existe todo en lugar de nada? La nada a buen seguro no existe, allá en ningún lugar, como cabría esperar de ella. Pero, ¿y lo que sí existe? ¿Cuál es ese destino inevitable, ese indescifrable secreto insultantemente a la vista de todos?

Por qué y para qué, de dónde vamos y a dónde venimos. Tal vez las preguntas más viejas del pensamiento humano. Yo tampoco alcanzo a vislumbrar las entrañas de nuestro origen y la profecía de nuestro destino. Ambos a buen seguro ineluctables, tanto como desconocidos.

No me hallo en posición de librarme del peso de la inquietud ante lo ignoto e imprevisible pero poseo la llana tranquilidad de saber una verdad muy simple:
Lo que tiene que ser, será.

https://www.youtube.com/watch?v=xZbKHDPPrrc

martes, 9 de octubre de 2018

El significado de las cárceles


Mantengo la intuición de una idea en realidad ancestral, todo está conectado. En el más amplio sentido posible de la expresión. En el tejido de la realidad física, en los organismos que componen los ecosistemas, en las personas que componen las sociedades.

Toda causa es a su vez consecuencia. Toda consecuencia es a su vez causa.

Uno puede pensar que todos somos, en alguna medida, culpables. Que no hay inocentes. Tal juicio parte de la premisa errónea de que existe alguna clase de libre albedrío. Porque, de no ser así, se entendería que cada uno hace sólo exactamente lo que puede, y eso es lo que debe.

Un cambio de un solo grado en la raíz de ángulo supone un error proporcional a la proyección de éste. Eso quiere decir que un pequeño error en un premisa básica supone diferencias atroces en la proyección de las consecuencias que de ésta se sigan.

Para detectarlo sólo se requiere preguntarse por la causa. ¿Por qué? Y ser lo bastante valiente para hallar la respuesta correcta. Y sí, es un cuestión de valor mucho más que de capacidades intelectuales. Lo que nos va a entorpecer el camino no son las carencias de nuestro intelecto sino los conflictos de interés que hallaremos por el camino. Aunque tal vez quepa catalogar tal déficit dentro de los intelectuales.

Si somos capaces de superar el escollo tal vez encontremos que la imagen del mundo que tenemos tiene un parecido casi anecdótico con la realidad. Para eso hay que ser capaz de remontarse de forma rigurosa en la cadena de acontecimientos. Causa y consecuencia.

Luego, alguien podrá plantear una pregunta tan sencilla como: ¿por qué hay cárceles? Las respuestas pueden ser realmente diversas aunque tal vez podamos convenir en que hay cárceles porque hay gente que quebranta la ley. Este paso lógico es el que da la mayoría de personas.

El resto de posibilidades que contemplarán corresponden a ese mismo nivel horizontal. Y es razonable porque sucede que en cada escalón las posibilidades se multiplican unas a otras en una suerte de fractal, una estructura arbolada en la que cada posibilidad contiene posibilidades y cada una con un grado de coincidencia diverso con la realidad.

La inteligencia se halla en algo tan simple como en desplazarse por esa dimensión que a veces no vemos, en salirse con una trampa de una pregunta con trampa, avanzar a otro escalón, en vertical: ¿por qué hay leyes?

A la diversidad de otras posibles respuesta que hemos dejado a la espalda y que nunca hay que olvidar estamos añadiendo ahora todas las respuestas posibles a una cuestión aún más básica.

Usando la lógica se puede concluir que el único delito que existe es el robo en un lugar en el que lo único que tenemos en propiedad parece en realidad prestado.

Frecuentemente el análisis y explicación de las causas de un fenómeno dado se confunde con sus justificación moral. Pero dónde queda la moral sin el libre albedrío.

Si el “yo soy yo y mis circunstancias” de Ortega hubiera que resumirlo en “soy una circunstancia”. Las cárceles significarían entonces algo muy distinto a los modos en que estamos acostumbrados a verlas y la imagen que tenemos de ellas, por diversa que sea:
Desde ese lugar donde hay malas personas, o gente problemática o bajo el prisma de las más modernas y humanas tesis de reinserción.

Se podría aseverar que la ley está hecha para que no se robe. Pero si se viene a este mundo desnudo la ley está hecha en realidad para defender a los ladrones.

Volviendo más atrás se puede llegar a afirmar que la gente termina en la cárcel por sus decisiones. Y puede ser así desde cierto punto de vista aunque en el terreno de lo factual las decisiones que conducen a alguien a la cárcel suelen en todos los casos las de otros.

La población reclusa nos da una buena idea de la cantidad que se roba, como señalaría el modelo de pensamiento mayoritariamente aceptado, y en este punto es en gran medida correcto. Pero si uno se detiene a analizar pormenorizadamente la cadena de causas y consecuencias tal vez advierta un pequeño error:

La población reclusa da una buena idea de lo que se roba, sí, sólo que los ladrones están fuera. Y dentro los que, de un modo u otro, además del más evidente de su libertad, han sido robados.

Ése y no otro es el significado de las cárceles.

Como decía, un pequeño error en la premisa, como un solo grado en la base del ángulo supone errores inmensos en proporción directa a su proyección, a las consecuencias que de ahí se desprendan.

¿Existe entonces el libre albedrío? ¿Qué opinan? Ustedes deciden. O no.